ARAÑITAS12-06-2019
Definitivamente, todo es un milagro, absolutamente todo, menos las política española, que es una intriga barata y una decepción constante, como el último viraje de Rivera hacia la derecha derecha, cuando creíamos que era un político de lo nuevo y distinto. No hablemos de la monserga independentista o de sus primos hermanos, los ultramontanos de la llamada Nación española, que no sé qué coño es, de no ser que sea aquello que amo de mi país, por miles de razones, pero entonces a mí no se me llenaría la boca con esa palabra tan enfática, grandilocuente y - nos engañemos - derechista o ultraderechista. Pero quería referirme a un milagro absoluto de la vida en esta mañana soleada. Leía a Stendhal en la terracita que llamamos, frente a esos chopos divinos, enhiestos, frescos, rumorosos y compañeros, y frente a ese parque con más árboles, cipreses, olmos, y más especies que no conozco, y de pronto un ser milagroso, una minúscula arañita se desliza por la página donde Fabricio del Dongo no sé qué está haciendo, o la duquesa Sanseverina se decide a irse de Parma, harta de la tiranía de ese Principe tirano parmesano, y yo les abandono y me centro en esa princesa de la mañana, ese minúsculo ser que de desliza con tanto garbo y desición por esas tierras de la fantasía standhaliana, y pisa terreno sobre Madrid, en ese barrio del norte de la ciudad, y me soprende hasta ese punto, un punto donde la maravilla tiene asiento, y las preguntas inevitables también: ¿cómo es posible este ser?; ¿qué arquitectura es esta?; ¿qué prodigiosos órganos hacen posible que se deslice de esa forma?; ¿en busca de qué?. Ser del milagro absoluto, la arañita de la mañana, disolvente total de las ridículas argucias de la politiquería española de tres al cuarto, donde el engaño y el veletismo tienen su asiento, aunque también, a veces, la dignidad, para ser justos. Pero la arañita triunfa sobre todo e impone el trono de la vida milagrosa sobre cualquier otra consideración, y la dejo ir con sumo cuidado, para que siga siendo la reina de la mañana, y hasta traigo de la memoria japonesa que aún me habita el recuerdo del inmenso respeto por los animales del sintoísmo, que tanto me impresionó. Ave a esa arañata, ave al milagro, ave a la vida.