COSAS SENCILLAS29-05-2019
Gloriosa atención a las cosas sencillas desde mi atalaya de la emoción diaria. Ver, mirar, observar, contemplar, hacer de uno lo que parece que es ajeno por definición. Y de esa manera construir una especie de palacio donde reside la felicidad, que está hecha - entre otras cosas - de cosas así, de presente puro sorbido hasta el límite, como jugo vital privilegiado. Me sorprende que muchos de los que se ocupan de la felicidad, como don privilegiado de la vida, no atiendan a esta tarea contemplativa, aunque lo que llaman mindfullness, tan de moda, sin duda va por ahí. Yo diría: la felicidad empieza por la paz de uno consigo mismo y con los demás y, a partir de ahí, es esencial saber mirar, y atender a lo que ocurre en tu día a día, que es la sencillez por antonomasia. ¿Cómo administras tu atención? ¿Pasas de las cosas? ¿No observas? ¿No contemplas? Imaginemos el humo que sale de las chimeneas que veo desde casa: ¿pasas?; ¿es una chorrada?; ¿se evapora como una pompa de jabón?; ¿viaja a confines baratos? Te equivocas: es una cosa sencilla que fluye, se dobla, se contorsiona, se deshace, se colorea, se abraza con la luz a veces, se nimba de fugaces marrones marengo o de grises claros...Contémplalo, obsérvalo, no lo dejes pasar así como así...¿Para qué? Para fijar la existencia a su esencialidad efímera pero también consustancial a tus minutos fugitivos que, así, parecen recargarse de emociones livianas y agradecidas, como si vivir fuera esencialmente eso: agradecer que puedo seguir con mis ojos lo que me rodea para engrandecerlo por ese mismo acto de atención extrema que la filósofa Simone Weil llamaba oración. Me gustó leerlo. No sé si será contemplar con atención será orar, pero sí sé que es dar un sí rotundo y absoluto a la vida desde lo pequeño y en apariencia insustancial e irrelevante, es decir, desde la realidad más real de todas nuestras vidas.