LAVANDA23-07-2019
Hace años, muchos años, al verlo me arrasó la mirada. Era también en julio y deambulaba por esos campos de las afueras de Madrid, cual viajero errático que no sabe por qué viaja pero lo hace empujado por un afán de conocer que no sabe adónde conduce. ¿Qué es el conocimiento? ¿Atrapar algo que no se sabía que existía? Yo no sabía que existían plantaciones de lavanda, y me encontré con ellas por casualidad, según navagaba con mi coche por caminos desconocidos, en busca de no sabía qué. ¿Huía de algo? ¿Había dejado algo atrás y quería seguir dejándolo atrás? ¿Por eso deambulaba? ¿Qué decía mi conciencia? De pronto, aquellos campos, aquel trallazo, aquella visión. Me quedé literalmente paralizado, y le dije a mi acompañante: "Mira". Nos bajamos del coche, y caminamos hacia el campo, y la luz y el color se transformaron en una mansión de acogida, y creo que ese fue el lenguaje recibido. "Entrad, es para vosotros". ¿Para nosotros? Nunca dejé de pensar en aquel encuentro y apareció en un poema mío, de mi libro Lo que han visto mis ojos. Exactamente fue eso, lo que habían visto mis ojos. "Y vi campos de lavanda florecida...", creo que decía el poema, algo parecido a eso (no me apetece buscar, aunque tenga el libro al lado, con una portada sensacional que diseñé y mismo). Pues bien, el otro día fuimos a recorrer esos campos, cerca de Brihuega, provincia de Guadalajara. Al ver las extensiones de lavanda, cuando se ponía el sol, no dejé de pensar en aquellas otras extensiones de lavanda, fiel a mi habitual cruce de caminos entre mi presente y mi pasado, este inyectando su memoria en aquel, pero sin borrarlo en absoluto, sino todo lo contrario, contribuyendo a su esplendor. Esplendor puro, cadencia ilimitada de la suavidad ondulada, pespuntes de ropa blanca rompiendo la uniformidad del morado suave, como lavado, trenzado en matas enlazados que se sucedían hasta un final que no parecía llegar nunca. ¿Qué habrá sido de mi acompañante? ¿Dónde estará ahora? ¿Recordaría la escena? Si volviera a esos campos, ¿recordaría? Pienso en Seurat, en Monet, en esa clase de pintores iluminados por un intenso ardor de la mirada, impregnada por la luz y el color de una manera no superada, pues fueron señores de los instantes al aire libre, señalando la entidad de lo que existe por encima de cualquier especulación que lo empobreza. Hechos, realidades, ojos, cosas, impresiones, sensaciones: la vida que es y que no puede dejar de ser. O eso, o nada.