Un americano en Madrid01-01-2017
Quedamos ayer para charlar en un
café de nuestro barrio, Chamberí de toda la vida. No acaba de venir de EEUU,
pero casi. No ha pasado buena noche pero hace un esfuerzo por ser afable y
seguir la conversación. Es hispanista desde siempre y vino a España en la época
dura, y cuenta anécdotas de entonces que ponen los pelos de punta. Ha sido
profesor en Columbia University casi toda su vida. Se le conoce una pasión por
encima de todas: su inmensa admiración por Claudio Rodríguez, del que fue amigo
y al que ha dedicado buena parte de sus desvelos. El más reciente ha sido su
traducción al inglés de Alianza y condena,
el tercer libro de Claudio, y, al parecer, el favorito de Philip. Creo que
guarda en la chistera otra sorpresa inminente al respecto, me da pistas, aguardo
esperanzado... Le he pedido en más de una ocasión que publique sus memorias
pero no hay manera. Nos contaría cosas interesantes y sabrosas de su visión de
la España de la posguerra y de muchas figuras del mundo cultural y literario
que llegó a conocer. Se resiste como gato panza arriba. Le he ofrecido mi
colaboración como atizador o conductor temático de su memoria pero ni por esas.
Se cierra en banda. De vez en cuando suelta alguna perla, para abrir boca, pero
poco más.
Siempre le pregunto sobre cómo se forja
un hispanista en Estados Unidos. Creo que fue la seducción que ejercieron sobre
él algunos de los profesores españoles exiliados…Aun con todo, se me hace raro,
sigue haciéndoseme raro. Un norteamericano interesándose por un pobre país que
cayó en el pozo de una interminable dictadura, y que ni siquiera se pudo
beneficiar de la reconstrucción que supuso el Plan Marshall. Cuando hablamos y
sale a relucir mi admiración por la literatura estadounidense siempre pienso
que eso es lo normal. ¿Quién no ha admirado a tanto gigante de la poesía y la
novela y aun el ensayo norteamericanos del siglo XIX y el siglo XX? Cuando le
digo nombres- Whitman, Dickinson, Henry James, William James, Emerson,
Fiztgerald, Bellow, Salinger…-, siempre me pregunto: ¿qué pensará? Sin embargo,
los países poderosos expanden su cultura con fuerza y captan a muchísimos
adeptos…
Pero, al contrario, ¿quién puede imaginar
a un estadounidense interesarse por un
país como España en los años 50, un país que era el culo de Europa en aquel
entonces? No consigo averiguar exactamente las razones pero, fueran cuales
fueran, lo cierto es que Mr. Silver no ha dejado de mantener un vínculo fuerte
con nuestro país y su cultura desde entonces. Es el máximo defensor que conozco
de la trascendencia del legado poético de Claudio Rodríguez. Esa pasión nos une desde antiguo, al menos desde finales de
los 80. Ha pasado una mala noche pero se esfuerza en seguir la conversación.
Hablamos de diversas cosas, escucha, se asombra, se ríe, le pregunto sobre la
sorpresa claudiana que esconde en la chistera, me da pistas, aguardo
esperanzado…Nos despedimos con un fuerte abrazo, casi paternofilial (pienso), y
nos deseamos los mejores deseos para el nuevo año que está al caer. Mr.Silver,
Philip para mí, e incluso Felipe en ocasiones, se dirige a su casa, a dos
palmos de la mía. Somos vecinos, y curiosamente vivimos en la misma calle en la
que vivió Luis Cernuda, otro poeta que los dos admiramos profundamente, y con el
cual él tuvo un interesante intercambio epistolar, antes de escribir sobre él
su gran libro Et in Arcadia Ego.