He aquí una buena alcaldesa. Al caminar, me topo con una placita también convertida en urbanismo fabuloso. Antes, en la época de la incuria de tantos años PP, esta placita ahora encantadora, era una plazucha de mala muerte, un desecho de espacio abandonado entre casas humildes. Ahora, de pronto, el radar de la justicia urbanística ha llegado hasta este rincón. Un concejal detectaría el desastre y pensaría que esos ciudadanos también se merecían ser tratados con dignidad. De pronto, empezaron a levantar, rehacer, repoblar, organizar, dar sentido y belleza y ahora es un lugar que te invita a sentarte y a sentir la sombra de esas acacias que se han dignificado también con todo lo que las rodea. Nuevo suelo, nuevas baldosas, nuevo orden, nuevo riego, nuevo florecer. Así se actúa en una ciudad: no solo para los habitantes de Serrano, sino para estos humildes ciudadanos pegados a Herrera Oria. ¿Qué es una buena alcaldesa? Alguien capaz de hacer cosas así, sencillas, sin relumbrón, sin escaparates pero decisivas para la vida de la gente sencilla, en barrios sencillos. La vida se juega siempre en los espacios pequeños y por eso ha sido decisivo que alguien se ocupara de lo pequeño decisivo para hacer que la vida pequeña acabe siendo vida decisiva.