MODIANO EN CHINA
01-07-2019

Publicado por: Ángel Rupérez


Es maravillosa la universalidad de la cultura en nuestros tiempos. Resulta que un director de cine chino, muy joven, Bi Gan, ha hecho una extreña gran película en buena medida basada en la influencia de Patrick Modiano, su evidente mentor. La película se titula en español Largo viaje hacia el fin de la noche, que tanto suena a Viaje al fin de la noche, del también francés Louis Ferdinand Céline, de tan buena fama literaria y tan mala reputación como ser humano. A Modiano le tengo presente siempre, aunque apenas lo lea, porque me resulta terriblemente pegadizo. De hecho, he leído a algún autor español reciente pillado entre dos sofocantes influencias, la de Modiano y la de Marías. Terrible aplastamiento, el peor imaginable: no respiras, el aire que llega a tus pulmones ha pasado antes por los de esos dos singulares escritores...Pero a Bi Gan la influencia no le aplasta porque tiene poder suficiente como para escapar de ella y porque el cine no es la literatura (aunque se parezcan tanto). Así que el protagonista de esta película regresa a su ciudad natal para buscar a un antiguo amor del que con el tiempo no ha podido desembarazarse. La memoria es así de terca y tirana, y el personaje en cuestión busca y busca en su ciudad posibles rastros de aquel amor y aquella belleza hace tanto tiempo desaparecidos. Los amantes de Modiano entendemos a la perfección a este loco de atar que no puede parar en su pesquisa que, en cierto modo, sería la que nos obligaría a deambular por cualquier escenario familiar en busca de nuestra particular obsesión encarnada en aquella belleza desaparecida  y a la que desearíamos poder decir: "Aún te quiero, es más, nunca he dejado de quererte". ¿Para qué? Todos lo hemos pensado alguna vez, aunque quizás no con esa temperatura enloquecida y trágica que respira esta gran película, quizás no bien narrada, quizás confusa pero con mucha tensión artística dentro y con momentos cinematográficos literalmente geniales, de esos que te dejan con la boca abierta y que perduran en tu memoria como una aparición milagrosa. Uno de esos momentos en cuando el personaje aterriza en su ciudad natal y Bi Gan, con su cameraman, consigue una luz sublime, hecha de luces de neón y de luces de puestos de venta en la calle. El otro es la larga secuencia final centrada en un karaoke al aire libre: luces para soñar en no se sabe qué, quizás en el amor perdido que no acaba de reaparecer y que se espera que aparezca en ese instante, quizás esa joven que se dispone a cantar y que hechiza al buscador de sus sombras. Una iluminación, la magia del arte. Bendito Modiano que así fecundas a tus vástagos asiáticos, con esa iluminada fantasía de la memoria, la principal causa del arte, pensamos muchos.    


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