RAFAEL NADAL, ALIAS DIOS (COMO POCO)12-06-2019
¿Quién es el guapo que no se rinde ante Nadal? ¿Existe esa especie en el mundo? No puede haberla, es imposible de imposibilidad metafísica que la haya. Es la hostia Nadal, es la requetehostia, de veras. Lo tiene todo, y no menos imporante de lo que tiene es esa simpatía y esa sencillez a raudales que transpiran todos los poros de su ser, y que tanto nos emocionan a los que le admiramos tanto. Si se rasca un poco, por debajo del sus impresionantes triunfos, como el último en Roland Garros - su duodécima conquista, ay, franceses a veces picajosillos -, existe la otra dimensión de Nadal, no menos impresionante que la estrictamente deportiva. Resulta que es un hombre que se ha sobrepuesto a un constante dolor en su cuerpo durante un año y medio, 18 meses, ahí es nada. Y, a pesar de que ese dolor hasta le complicaba las cosas más sencillas de la vida vulgar y corriente - yo qué sé, caminar, desplazarse, ir a un restaurante, echarse de la cama, cualquier cosa -, él no se ha rendido, ha seguido adelante, ha intentado salir como sea, ha luchado, se ha esforzado, ha hecho lo imposible por restablecerse, ha seguido luchando, no se ha rendido, ha entrenado, ha vuelto a entrenar, ha perdido, se ha levantado, ha vuelto a perder, se ha vuelto a levantar...y así un largo etcétera que normalmente no se ve cuando solo enfocamos las cámaras triunfantes, la mordedura del metal de la copa - como acostumbra a hacer -, la inmensa sonrisa de la victoria, el parabién de los recogepelotas que tanto le aplaudieron, como si fuera un Dios (y era un Dios, ciertamente), en esa imagen preciosa de Nadal bajando los escalones escoltados por esos jóvenes y adolescentes adoradores, entregados, asombrados, contentísimos, como tú y como yo, como cualquier de los que veneramos a este inmenso joven, ahora sí que podemos decir tranquilamente español, con un orgullo legítimo, pero afincado en la vida real, no en las abstracciones soñadoras y megalómanas. Pero, insisto, este hombre tiene una trastienda de ejemplar ética dispuesta a sobreponerse a todos los infortunios a base de lucha, lucha y lucha, hasta el final, ya sea la victoria el final, como si lo es la derrota. Pero el ejemplo permanece, un ejemplo absoluto para todo el mundo, y por eso es tan grande Nadal, y lo seguirá siendo hasta que la memoria perdure.