SAXOFÓN SOLITARIO17-10-2019
Hace un tiempo tocaba en la calle Alcalá, muy cerca de Sol. Pasaba por allí y se oía su saxofón cálido, resonante, retumbante, con sonoridad de acogimiento, en medio de ir y venir indiferente de la gente. Me iba derecho hacia él, desde la distancia, reclamado por ese sonido que me hacía pensar en viejas moradas, las cálidas viejas moradas de Coleman Hawkins, Lester Young y gente así, músicos clásicos del saxofón clásico, antes de locos de atar como Coltrane, por decirlo burdamente así. El músico que veo y oigo en mis paseos es oriental, tal vez japonés. Debe de estar por la sesentena y es alto, muy alto, y se encorva sobre el atril, donde reposan las partituras. No improvisa sino que sigue el patrón melódico de viejas y grandes canciones. Le admiro profundamente cada vez que le veo, le dejo las monedas que lleve y siempre me pregunto: ¿qué busca este músico solitario? ¿Por qué estará en Madrid, lejos de su país? ¿Japón, he dicho? Sí, me pregunto sobre su soledad porque, sin ninguna duda, él representa la soledad absoluta, sin ninguna duda. Ahora bien, la música es una forma de compañía, y tal vez busque ese acompañamiento de los transeúntes para paliar su soledad. Ahora se ha cambiado de sitio y se ha puesto en la confluencia entre la Gran Vía y Alcalá. Paso, oigo su música cálida, le echo las moneas que tenga, me alejo pensativo, me compenetro con él todo lo que puedo, le dejo mi impresión de oyente agradecido y, quiéraslo o no, le persigo precavidamente hasta donde se refugia y se reencuentra consigo mismo, no sé en qué habitación, hotel, hostal, apartamento. ¿Cómo pasará sus días? ¿Tendrá alguien con quién hablar? ¿Qué sentirá cuando toca? ¿Esperará encuentros de paseantes que dejan caer sobre su sombrero volcado su agradeciemiento? ¿Lo notará? ¿Se sentirá complacido? El sonido del saxofón a esas alturas de la ciudad, resonancias sentimentales, amigos que no están, amigos lejanos, ciudades lejanas, garitos de Londres juvenil, escenarios de pasiones aún no calcinadas del todo. Este músico forma parte de ese universo, es parte de él. Es la música, sin más, mi compañía perfecta en la Gran Vía, en mi memoria, en mi lejana y rediviva juventud. Gracias, maestro.